Cuando el dolor emocional, por la razón que sea, ha llegado a un punto en el que interfiere con nuestra vida diaria y ya no es tolerable, una de las preguntas más comunes que nos hacemos es cómo poner en marcha el proceso de sanación emocional.
Índice de contenidos
Proceso de sanación emocional
Hay muchas teorías y enfoques diferentes para hacerlo, pero existen ciertas fases comunes que te explico a continuación.
Dotarse de recursos
Se trata de identificar recursos dentro de ti mismo o en tu entorno que te hagan sentir seguro, cuidado y amado. Los recursos pueden ser tus recuerdos favoritos, una persona que amas o que te hizo sentir amado, una imagen de un lugar que te da confianza, tu música favorita, una manta acogedora, mascotas, espiritualidad, naturaleza… Como ves, pueden ser cualquier cosa, siempre y cuando te hagan sentir bien.
Calmarse
El siguiente paso es aprender a calmarse a ti mismo. ¡Es más difícil de lo que parece! Cuando somos bebés, no podemos calmarnos a nosotros mismos y dependemos de nuestros cuidadores (típicamente las madres) para que nos ayuden a conseguirlo meciéndonos, abrazándonos o hablándonos con dulces tonos vocales. Si nuestros padres están ansiosos o estresados y no pueden calmarse, ¿cómo pueden calmarnos a nosotros? Y si no nos tranquilizamos adecuadamente cuando somos bebés, nunca aprenderemos realmente a hacerlo por nuestra cuenta.
Pues bien, una forma de lograrlo es activando nuestros sentidos. A través de ellos es posible buscar el confort que nos falta a nivel interior. Tendemos a preferir algunos sentidos sobre otros: descubre qué sentidos te impactan más.
Cuando alguien más nos tranquiliza con un abrazo o palabras amables, es fácil. Pero ¿qué pasa cuando no hay nadie cerca? Tienes que aprender a hacerlo por ti mismo.
Sentir
Las emociones pueden ser intensas y darnos miedo. Es posible, si comienzas a experimentar tus sentimientos, que te abrumen y tomen el control. El miedo a las emociones, en realidad, puede empeorarlas. A un amigo mío le gusta decir que ignorar las emociones es como desterrarlas al sótano, donde se vuelven más y más fuertes hasta que estallan. Hay muchas maneras en que enterramos las emociones: concentrándonos demasiado en el trabajo para no tener tiempo de pensar en otras cosas, bebiendo demasiado, viendo la televisión, comprando compulsivamente, etc.
Si has estado reprimiendo tus emociones durante mucho tiempo, puede ser realmente difícil comenzar a experimentarlas, por lo que es importante hacerlo con pequeños pasos. Por ejemplo, dite a ti mismo que solo experimentarás el 10% (o lo que te resulte tolerable) de tus sentimientos. Date una cantidad limitada de tiempo a solas con tus sentimientos y luego vuelve a alguna actividad que te distraiga. Sin embargo, no puedes posponer los sentimientos indefinidamente. La mejor manera de empezar a experimentarlos de forma segura es contar con la ayuda de un terapeuta.
Expresar
El siguiente paso es poner palabras a esos sentimientos. Nombra tus emociones. De nuevo, esto puede ser más difícil de lo que parece. De hecho, es muy común escuchar a la gente simplemente decir «estoy molesto». El malestar no es una emoción y suele ser tristeza, miedo o ira.
Integrar
El último paso y en el que debes trabajar una y otra vez es integrar todo lo anterior. La integración es cuando juntas las partes: recursos, calma, sentimientos y expresión. Puedes alternar entre los diferentes pasos de la sanación. Es normal tener problemas para dominar esta fase final sin el entrenamiento adecuado, así que entrena.
En suma, la sanación emocional no es un proceso lineal, sino cíclico. Tenlo en cuenta en cada momento y vuelve de nuevo al principio si no te sientes preparado para seguir avanzando.